lunes, 21 de enero de 2013

Blues del Año Nuevo



                    I
Este año se me viene
Con mugre antigua en las uñas de los pies.
Con alfileres clavados en todos los ombligos.
Con unos niños ciegos que ven el futuro.
Comienza con una canción desafinada,
Que salta debajo de todos los puentes.
Este año se me viene tropezando con ardillas
Y viene con cara descremada.
Con la nariz fracturada por hampones.
Con cadenas colgando de los pechos flacos.
Se me viene desmayando como una gaviota roja
Malherida por mil balas.

                    II



El frío me saluda desde el balcón de un desdén blanco.

                    III

Es cierto que el año pasado nacieron apenas los cielos.
Es cierto que el huevo del mundo
Rompió su cascarón hace poquito.
Que se puso a llorar como un niño abandonado
Y me llovió en Monterrey un mes de julio.
Yo siempre supe que era de color oscuro
Esta ciudad desvergonzada.
Por eso nunca he creído nadita
En los que me hablan de color anaranjado.

Cuando el verano pasado
Se me abrieron las puertas de los cielos,
Pude ver el parto rojo del que nacieron
Los insectos que hospedo en mi pulmón.

                    IV

Aparte del nacimiento del sueño atroz
Hay otra cosa que también es verdadera:
Un camino que se comienza un día
Se tiene que terminar de recorrer,
A menos que el horror nos acuchille el paso
Y desdeñe la blancura de la luna,
Que incita al caminante a terminar.

                    V

Un camino desamparado se precipita chillando
A la jaula donde viven los cuervos de Poe.

Cuando el granizo destruye las naranjas del Huerto,
Lo mejor es hacerse a la idea,
                                            resignarse.
Cuando no haya de donde agarrarse,
El granizo nos cabalgará en las venas
Cualquier septiembre.

                     VI

En el suelo deposito mis gorriones reventados.

Mirando tristemente las cortinas de colores
Y escuchando el primoroso maullido de los gatos,
Me despuño la vida en las paredes.

En el techo de mi alcoba cuelgo mis alientos,
Y me digo que la construcción está por derrumbarse.

Entonces sé que
Aquí cerquita tengo que tenerlo todo,
Para dispararle en el momento preciso de su espalda.

Aquí a la mano la luz de la aurora anochecida;
La pluma de las aves, que nunca supe amar;
Aquí la infección de humos que llena mi cerebro por entregas.

Aquí cerca la belleza oscura de tu par de ojos,
Que hacen que me ahogue
En todos los vasos de agua.

Aquí también la soledad, la soledad de siempre,
Esa ciudad de cal manchada
(Como dice José Carlos)
donde habitan las uñas tristes.

                                Humberto Salazar. Enero de 1981.

             

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